Salió Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón,
donde había un huerto, y entraron allí Él y sus discípulos.
JUAN 18, 1
Era de noche. Después de la Cena va Jesús con sus discípulos a Getsemaní. Le siguen más de cerca
Pedro, Santiago y Juan… El cansancio les deja dormidos mientras el Señor reza. Aún no se han
enterado de los anuncios que Jesús les había hecho por los caminos sobre el significado de ser de
los suyos. En distintas ocasiones les ha tenido que parar los pies. Ellos buscan poder y reconocimiento,
mientras Él les ofrece servicio y entrega a fondo perdido. El Tentador no se ha apartado de Jesús
haciéndose presente en las aspiraciones egoístas de los suyos. ¿Comprendéis lo que he hecho con
vosotros?. El lavatorio de los pies ha sido su penúltima lección, antes de la muerte en la cruz. … Pues,
haced vosotros lo mismo.
Queremos seguir a Jesús. Pero son tantas veces las que le ponemos precio al seguimiento !. Queremos
llevarlo sobre nuestros hombros, pero, ¿ estamos dispuestos a que sea Él el que nos lleve a donde
quiera ?.
Este día de Viernes Santo, somos invitados a situarnos en la perspectiva del amor increíble de Dios
que se ha manifestado en su Hijo Jesús.
El amor, es decir la entrega a los demás hecha obras concretas; el servicio, la acogida, la generosidad,
la apertura de mente y corazón, la verdad, la defensa de la justicia, el perdón, los buenos
sentimientos…son los lugares a los que Jesús nos conduce para crecer plenamente como personas.
¿Estoy dispuesto a dejarme conducir por Él en el quehacer de cada día ?. Yo sobre sus hombros, no
Él sobre los míos.
Estos días santos el Señor nos ayuda a profundizar en el misterio que custodia nuestra Hermandad.
Si nos llamamos Oración, que nuestra vida lo sea. Busquemos esos momentos de intimidad con el
Señor en los que tenemos que irnos fraguando a su imagen. Que nuestra oración sea un espacio
sincero y valiente para preguntar al Padre cuál es su voluntad. Estemos abiertos a cargar con ella,
como cargamos con una medalla o una pequeña cruz en nuestro pecho. La oración del Padre nuestro
nos lo recuerda. No demos lugar a pensar en estas cosas sólo cuando llega el Viernes Santo. Cada día
lo puede ser cuando decimos sinceramente: “Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”.
Digámoslo con el corazón para que los quehaceres personales, en la familia, en el trabajo y en nuestra
Hermandad, no se queden en un mero acontecimiento pasajero con motivo de la Semana Santa.
Francisco Guerrero. Consiliario