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ADVIENTO 2023


Como en Getsemaní, el Señor nos invita a orar y a estar en vela.
Feliz Año Nuevo litúrgico. El Adviento nos abre a un nuevo ciclo, en este año 2023 nos
corresponde el ciclo B. Cada año, con el comienzo del Adviento, cambiamos de Evangelio en
los domingos. En esta ocasión, nos deja Mateo y nos recibe Marcos. Un Evangelio más
breve, pero intenso, pensado como un camino catequético. Este evangelio subraya cuál es el
«origen de la Buena Noticia de que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios» (Mc 1,1).
El Adviento es uno de los tiempos fuertes de la Liturgia. La Iglesia nos prepara para vivir
mejor la Navidad, como pasa con la Cuaresma, antes de la Pascua. En este tiempo fuerte
sería bueno recurrir con mucha más frecuencia al trato personal con Jesucristo, como decía
Santa Teresa, estando mucho rato en oración tratando de amistad con quien sabemos que
nos ama.
El evangelio nos invita a velar. Empezamos el año (litúrgico) como lo terminamos. Para que
no se nos olvide. De noche, es difícil velar. Además, de noche, surgen los miedos, la
inquietud. Se puede perder hasta la fe. Porque no vemos claro, porque no sabemos dónde ir.
Entonces, ¿qué podemos hacer?. Hay un remedio para no dormir. Se lo dijo Jesús a sus
discípulos en Getsemaní. “Velad y orad”. Es lo que significa vigilar. Rezar, hablar con Jesús,
en permanente diálogo con Él. Preguntarle, contarle lo que nos pasa, confiarle nuestra vida.
Siempre. Eso sí, tenemos que recordar, quizá en tiempo de Adviento especialmente, que Dios
actúa de un modo discreto y silencioso, pero eficaz. No siempre como nos gustaría sino como
el fermento en la masa.
Todo lleva su tiempo. Y el tiempo de Dios no es nuestro tiempo.
Es que Jesús plantó un germen de vida, en lugar de implantar algo imponente y grandioso ya
desde el comienzo. Para ayudar al desarrollo de ese germen de vida, cada uno tenemos una
tarea. Dio a cada uno de sus criados su tarea. Cuando nos bautizaron entramos a formar
parte de ese plan de Jesús. Y fue plantada en nuestro corazón nuestra propia semilla. Deja
que esa semilla crezca en tu vida. Con la ayuda de Dios crecerá. Él os mantendrá firmes
hasta el final. Y espera. Todo está en marcha. Trabaja, sin prisa, pero sin pausa, con
paciencia, y con alegría. Porque nos preparamos para algo grande. Porque está cercana la
Navidad.

Don Francisco Guerrero González

Consiliario de la Hermandad